miércoles, 8 de septiembre de 2010

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Hoy hablábamos con una estimada amiga sobre la relación docente-alumno. En el caso puntual de su materia, no se mostraban interesados, faltaban sin justificación, había hipocresía y, lo peor en términos profesionales, no eran capaces de comunicar el conocimiento que poseían.
Fiel a mi infiel campo de estudios, le contesté que se trataba de un caso bastante horrendo, y que si se hubiera dado en algunos contextos particulares, las consecuencias para occidente podrían haber sido catastróficas. ¿A cuál me refería? Platón-Aristóteles. Si el primero abandonaba al segundo o lo maltrataba al punto de que éste dejara de sentirse atraído por la filosofía y no formulase sus planteos, el mundo actual tal vez adolescería de más platonismo. Esa situación hipotética, absurda salvo como exageración a fines didácticos terminó conmigo actuando el llanto y diciéndole entre lágrimas "no sos una idea". Un momento gracioso y cada uno se encaminó hacia su clase.

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