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Tanto en la enormidad al aire libre de Spring, summmer, fall, winter... and spring, del 2003, como en la celda de Breath, del 2007, ambas del director coreano Kim Ki-Duk, alguien nos está mirando, lo sepamos o no, y en ninguno de esos momentos sin diálogo la presencia inevitable perturba mientras la concentración en lo propio no cede. A lo mejor es por eso que me gustan sus películas.
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