viernes, 30 de octubre de 2009

249

Una muestra de la obsesión homogeneizadora presente en algunos miserables es que, ante ellos, no puedo plantear que me siento único. Si digo tal cosa, al instante viene el reproche de vanidad o algo relacionado. Ante esas personas, así lo entienden, sentirme único equivale a sentirme cualitativamente mejor que ellos.
Qué triste.
Soy único (incluso lo sería en caso de ser totalmente determinado desde el exterior, dado que nadie puede exponerse de la misma manera que yo ante las fuentes que serían las que me han determinado y las que vengan), y cada uno es único, aunque tengan ganas de imitar.

No hay comentarios: