A veces considero que no idolatrar a Borges significa ser alguien inútil literariamente, visto que parece ser algo tan sencillo. Otras me siento individualizado, visto que casi nadie tiene su posición personal ante él, y yo sí, aunque conociéndolo poco.
En ese momento, aparece Fernando Pessoa por mis razonamientos, como alguna vez apareció Dios por el de algún otro desesperado, es decir, sin ser una consecuencia lógica del razonamiento, sino de pura corazonada, y, al sentirlo infinitamente superior a Borges, y notar que no tiene tantos altares, encuentro mi culto bastante más sofisticado, y propio, si es que tal cosa es posible...
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