domingo, 23 de agosto de 2009

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...dedicado al Mati
Una inyección de jeringa llena del peor veneno del mundo no deja mucho por reconsiderar. El problema aparece cuando el veneno es lento. ¿Por qué? Porque el momento en el que se provoca la acción y el que se vivencia su consecuencia son muy dispares. Es precisamente esa distancia lo que aumenta la potencialidad del padecimiento a experimentar antes del fin. Cuando se toma un veneno lento se corre el riesgo de recuperar en el camino las ganas de vivir y no poder hacer ya nada. Mucho cuidado, queridos. No vaya a ser que encuentren esperanza cinco minutos antes...

2 comentarios:

Juan Jose dijo...

Salvando el hipervínvulo que no he leído debido a mi estado,leo esto y explica como me siento ahora, el problema surge en que estoy seguro que el veneno dentro mío muta y cada ve se hace (lo hago) más potente. Vino para quedarse yo le abrí la puerta, creo qué es imposible qué se vaya, además no quiero despedirlo, quizás si por un corto tiempo. Para saber si me estoy envenenando porque quiero o porque simplemente, después de la primera vez, no me queda otra.

franco dijo...

El cuento del link vendría a ser el caso del veneno lento, pero suministrado desde afuera en lugar de ser por ingesta voluntaria.