jueves, 24 de diciembre de 2009

269

Algo graffittero que se me ocurrió: la única diferencia entre un militar nazi y uno que no es nazi reside exclusivamente en su jefe.
Por eso yo detesto por igual a todos los militares, y siempre lo voy a hacer. Dejando de lado que pueda tener algo de incidencia el adn y todo eso que nos daría dolores de cabeza a quienes creemos que las personas se construyen, no hay un racismo sanguíneo o una homofobia hereditaria. En alguien más o menos libre, las ideas que acepte y practique son responsabilidad suya y del contexto. En un enfermo que se somete por completo a una profesión en la cual, salvo que acepte por tiempo indeterminado obedecer ciegamente y tenga suerte de ser ascendido, todo eso depende del superior que lo direccione.
¿Quién estaba al mando del ejército nazi? Una persona, de la misma manera en la que podría estarlo en el ejército de mi país hoy mismo.
Y ni hablemos de lo que significa ser el brazo armado oficial de un gobierno de turno, o el asco que nos despertaría el lacayismo podría ser perjudicial para la salud. Eso es servidumbre voluntaria.

1 comentario:

Clarisa En El País De Lo Jamás Visto dijo...

Y yo les digo Cabezas de fierro! jaja, Hola pelilargo, ya tengo casa otra vez :(