martes, 15 de diciembre de 2009

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No se me ocurre nada peor que existir sin querer existir y reprochándole a la muerte que no conceda tampoco las certezas que le faltan a la vida cuando se las exige. Cuando ni una ni otra cosa seducen, cuando dan la misma apariencia, una negra, por la literatura, y una de todos colores, porque encandila...
Ahí está el nacimiento de un Baudelaire, diciendo que estamos en un hospital en el que todos quisieran cambiar de cama, de un Pessoa o muchos, esperando que le abrieran la puerta junto a una pared sin puerta, de un Teillier borracho balbuciendo que el sastre del tiempo cose nuestra mortaja... ¡Vallejo! ¡Con su cara y con que el dolor y la naturaleza del dolor es el dolor dos veces!
Pero no, mi apellido nunca será grande. Tengo el asco sin la fuerza, el deseo sin el genio, la lluvia sin lugar donde caer.

4 comentarios:

Juan Rizzo dijo...

Repito: es el fin de año. A mí me dura hasta que se me pasa la resaca (tipo 3 ó 4 de enero). Ahí uno arranca un poco asqueado, pero contento de haber dejado tanta porquería atrás. Para el otoño ya todos nos creemos poetas de nuevo. Es decir, recuperamos la saludable dosis de caradurez y cinismo que nos permite llegar hasta las próximas "fiestas" sin incurrir en atentados irreparables contra el sabio orden del universo o el precario equilibrio de nuestra psiquis.
No se desanime compadre, que no es necesario postear todos los días ni andarse despachando con el Ulysses o Rayuela para seguir disfrutando de mirarle el culo a las vecinas y cagarse de risa los ciegos que cabecean el pavimento, las naves abandonadas, la melancolía y los insignes heterónimos.
Un abrazo (melancólico).

franco dijo...

O arranques de nachoveguismo.
Siempre son una masa tus comentarios.

ramon dijo...

menudo sarasa, necesitas un buen polvo que te quite las ganas de postear

franco dijo...

Acepto el polvo si hacés aparecer a una dama adecuada, pero no creo que deje de postear de todas formas...
Saludos.