martes, 15 de diciembre de 2009

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Empecé a leer muy tarde, y, tal vez en relación a eso, a escribir muy temprano. Sin el lubricante adecuado, la reflexión cotidiana, el diario volverse sobre el sucio sí-mismo se vuelve necesariamente rutinario y escandalosamente repetitivo cuando no se cuenta con la ingeniosidad suficiente. ¿Qué hacer entonces? ¿Mandar todos los blogs a la mismísima mierda y encaminarme a una reclusión por tiempo indeterminado? No es mala idea. Después de todo, cuando no hay hipótesis a la vista que explique el fenómeno de no ver progresos ni nada que se le parezca en estas líneas, se me sugiere la idea de que puede que todo consista en un exceso de exposición, por tratarse éstas líneas de un mal lugar donde buscar los avances que desearía tener, y la escapatoria cuasi-asceta del siglo XXI se impone como una prueba a realizar con altas probabilidades de éxito.
No habría que descartar este texto como un principio de despedida.

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