jueves, 14 de octubre de 2010

399

El joven habló.
-Oiga, viejo detestable, tengo muchas objeciones contra usted tras leer su libro.
A lo que el anciano, tranquilo, dio una respuesta.
-Eres necio aún. Al leer mi libro, ¿no sentiste ninguna objeción contra vos mismo?
El joven no vaciló mucho.
-Fueron muchas más las que sentí contra usted. Frente a semejante cantidad, las dos o tres que me atacaron resultan insignificantes.
-Entonces lo logré -dijo, casi sin darle tiempo a terminar su frase. -Esas dos o tres son las únicas posibles. A mí nadie me puede hacer objeciones.
Entonces desapareció, dejando al otro solo, en un campamento de sombras*.

*las cursivas pertenecen al poema Sudamericanos, de Juan Gelman.

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