No hay maniobra más artera de los teólogos que aquella en la que unifican esencia y existencia. Esa división entre seres necesarios y seres contingentes no es menos inmoral que el pase de manos a través del cual un truhán hace desaparecer la piedra debajo de la tacita que habíamos descubierto que escondía el objeto preciado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario