jueves, 4 de noviembre de 2010

408

Seré siempre el que esperó que le abriesen la puerta al pie

de una pared sin puerta,

Y cantó la cantiga del Infinito en un gallinero,

Y escuchó la voz de Dios en un pozo tapado.

¿Creer en mí? No, ni en nada.

(Fernando Pessoa)

...Juanjo, a propósito de ayer

Ayer me imputaron que tanto por mis lecturas actuales como por ciertas cosas que vengo escribiendo, yo ya no era ateo, que no me creían que siguiera siendo ateo. Es cierto que, ya que el achaque vino de un creyente, no puedo menos que tomarlo como una bienvenida al grupo de los que serán salvados, aunque no fui convidado de vino tinto ni galletitas de agua, pero, tampoco me preguntaron si la observación que hacían era acertada o un espejismo más, como uno bastante famoso...

Mi punto es otro, y no es de definición del puñado de dogmas a seguir, sino del tipo de vivencia perseguida: lo poético, sea lo que eso sea. ¿Entonces por qué los místicos? Básicamente porque más que en Nietzsche no veo mayores atisbos de poesía en escritores que no se tomaron en serio la religión, para abrazarse a ella o para sepultarla con la mayor de las convicciones (y no estoy seguro de que el nihilista Nietzsche no tenga sus atisbos religiosos, sus arrebatos).

¿Por eso debería creer en algo particular? No me parece. Creo que Chesterton al decir que no titula "Bromas aparte" su libro, porque si lo hiciera muchos creerían que es una broma está en una posición de cinismo agudísimo que delata la manera en que la mayoría de las cosas se afrontan. ¿Es solamente un burlista? Nada parecido.

Si bien las lecturas religiosas, al reconocer que hay algo "sagrado" manifiesto en el mundo "profano" sin que aquello en lo que aparece deje de ser lo que era (puesto que el ojo profano no nota el cambio operado para el ojo sagrado), que hay hierofanías (manifestaciones de lo divino) al decir de Eliade, multiplican los entes y epistemológicamente podríamos despedirnos de ellos sin que merecieran siquiera que levantemos nuestra mano para estrechársela, lo hacen con un sentido que les sirve para actuar y para no actuar, para alegrarse y entristecerse, en extremo.

Frente a eso, la visión no religiosa que no me interesa (es decir, la que ni siquiera llega al nihilismo total, al riesgo consentido y enfrentado con una heroicidad apabullante) a cada ente le agrega el velo de la ridiculez, primero, y luego se cubre a sí misma y se echa a dormir con ese abrigo para el que no existe frío que evitar.

¿Cuántas teorías cuánticas, de cuerdas o las que haya o vengan tienen la poesía del Poimandrés, cuyo autor ni siquiera es localizable por el paso del tiempo y quizás por decisión? Quien en su génesis no hace explotar elementos minúsculos y desparramar materia-energía, sino que hace que las cosas parezcan "colgar del fuego" a mí me interesa mucho más en su manera de encarar un problema, no en su manera de solucionarlo -que no lo soluciona.

Una vivencia religiosa sin la neurosis de considerar intocables las cosas para que de esta manera el conocimiento pueda hacer su intento sin restricciones me parece que es posible, y por eso la elijo.

Entonces no, no dejé de ser ateo, pero tampoco quiero seguir pasando por alto aquello que me interesa y que disfruto, que es observar y aprehender formas distintas de vivir a la que prescribe en algunos lugares del mundo eso llamado época.

No hay comentarios: