viernes, 7 de mayo de 2010

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Cuando pienso que atrás del aplauso hay un deseo enorme de aplastar a quien hizo algo ante un público me dan ganas de aplaudir a muchas otras cosas... me dan ganas de aplaudirme.

10 comentarios:

mauricio dijo...

a veces he pensado que hay cosas que el publico deberia dejar de aplaudir, donde su silencio seria el mayor modo de sentirse agradecido por lo recibido.
mucha de la musica con influencia oriental es mas bien la busqueda de ese silencio posterior a la interpretacion, como una mano que confiamos nos sumerja al buen sueño.
a veces los aplausos son golpes o lluvia.

concentrate en un mosquito y aplastalo en un aplauso, y quitate las ganas de aplastarte, aplastandote.

muy bueno el blog, no se como es que llegue, pero me has inspirado un comentario
salud en mi silencioso aplauso a el

franco dijo...

Gracias por pasar, Mauricio.

Me imagino que hablarás de clásicos orientales... yo de oriental actual conozco unas cuantas cosas que me gustan como Arvo Part y saliendo de eso, algunas cositas noise o post rock, pero el jpop y algunas de esas otras... dejan bastante que desear... ganas de aplaudirles en la cabeza sin la protección de la calavera, y que dejen de hacer esa cagada :P

mauricio dijo...

si, creo que es musica clasica de lo que hablo. no se bien. esas composiciones que dilatan el tiempo y permiten dirigir la atencion a las resonancias, como disolviendo el espacio donde uno se encuentra.
tampoco escuche mucho, ni soy experto. creo que aprecio esa posibilidad de que la musica sea mas bien tiempo indefinido a pulso metronomico. ahi es donde detesto el pop y el rock. porque se desenvuelven desde el pulso de una maquinita que parece una de esas alarmas de la calle que suenan.
es idiota tener que tocar musica siguiendo el tempo de esa maquinita. es insoportable en realidad. como si se maquinizara el paseo

franco dijo...

Creo que hay más libertad en cuanto a los tiempos ahora que en la música clásica, aunque, claro, tampoco soy experto ni he escuchado mucho. Me parece que son cosas distintas, inconmensurables entre sí, y que esperar en una lo que ofrece la otra es pifiar el enfoque. Productos distintos de épocas distintas, a nuestro alcance para que elijamos.

mauricio dijo...

si, supongo depende de cada actitud. a veces he pensado la musica como una especie de transduccion, mas que nada, al tocar algun instrumento, me he dado cuenta de eso. y creo que verdaderamente, volviendo a lo de los aplausos, y repensandolo, o poniendome en el lugar de un interprete con su atencion ahi, en los tonos como volciendose al aire, que los aplausos han de ser percibidos como violentos a lo que en si se despliega al ofrecerse musicalmente. igual hay todo tipo de aplausos, pero dejemos de lado esos aplastantes, que me empieza a gustar intercambiar ideas con vos.

franco dijo...

Hay cosas raras con la música. Muy raras. Desde los pitagóricos con sus relaciones musicales hasta la seguidilla Schopenhauer-Nietzsche-Cioran, no dejaron de considerarla sustancialmente distinta a otras cosas.
¿De dónde sos, Mauricio?

Anónimo dijo...

ni de aqui ni de alla, diria Cabral, je
vivo en pcia de bs as, en una ciudad que ultimamente es calles vacias...pero asi son las ciudades a penas habitadas

no he leido mucho de esos filosofos.
Senti que Cioran destruia mi sentirme en el mundo con gran simpleza formal, y lo hice a un lado.

creo que valoramos de la musica la confianza con la que nos abrimos a percibirla, la atencion sin barreras que le permitimos es unica.

franco dijo...

Está bueno eso, che. Nunca se me había ocurrido que escuchara música como para ver puesta en práctica mi reserva de fe. Me dejás pensando.

Mauricio dijo...

y que has hecho ante un publico como para querer aplastarte en tu propio aplauso a vos mismo?

franco dijo...

Mmmm creo que nos conocemos muy poco como para entrar en esos detalles. Espero no te moleste esa contestación. De paso, el ámbito de los comentarios de un blog es público, y con todo esto de la exposición digital cada vez me aferro más a vías que resguarden un poco la intimidad. Lo confesable en este caso es que creo haber actuado, y eso puede ser causa de otros problemas que sin actuación quizás tendrían solución ahora mismo.