Era un placer simplificar…
Quienes recuerden el comienzo de Fahrenheit 451, verán que hemos reemplazado la palabra quemar por simplificar. Y es que es una tarea sumamente disfrutable eso de simplificar. Tenemos en frente una montaña de datos que nos amenaza con su misterio, y se burla en nuestras caras. ¿Qué hacemos? Miramos a un costado, y de reojo elegimos algunos pocos elementos entre esa gran maraña, ábrete sésamo, la puerta se levanta y hemos reducido el problema a uno o dos fragmentos que nos perturban mucho menos que antes.
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