martes, 22 de marzo de 2011

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1. Algo que no me gusta de las "¿luchas revolucionarias?" es la utilización que hacen de muchas de las muertes de los que murieron. Al unificarlas en actos de cuasi mártires que "dan la vida por el pueblo" engañan en una buena cantidad de veces, porque sólo se trataba de alguien que si hubiera podido escapar, escapaba, pero una bala o un golpe no le dejó tiempo. Agreguemos a eso el desprecio por quien decidió no dar la vida por el pueblo, sino tratar de seguir viviendo en ésta, la única vida que hay. ¿Está mal no preferir morir? ¿En qué momento esa libertad fue raptada?
No sé si la tensión individuo-colectivo sea superable de alguna manera, pero desestabilizar la balanza de semejante manera, muchas veces desde un cómodo y seguro lugar dentro de la conducción de ese colectivo conducido, me parece como mínimo cuestionable.

2. Quien entra en el juego de matar o morir no creo que la vida. Así de corta. Es un juego perverso en el que se multiplican infinitamente los aspirantes a asesino. En la resistencia no-violenta, en cambio, sí siento eso. Con mi vida intento que un orden de cosas vigente sea transformado, no lo hago con un arma de fuego apuntándole a la vida del otro. Acepto el riesgo de que la única muerte posible sea la mía. Sumemos a eso un tratamiento cuasi teológico de la cuestión, esto es:
  • primero definir como intachable mi prócer potencial
  • segundo definir como único posible dar la vida al acto de mi prócer potencial, el contrario no puede alcanzar este alto status
Ahí tenemos algo similar a:
  • primero definir como intachable mi divinidad
  • segundo desviar en otra dirección todo posible mal
Es decir, solamente pueden dar la vida los míos, los de mi bando intachable, y si muere alguien en el otro bando, el réprobo, ese nunca pudo haber dado su vida, él sólo defendía intereses. El amor de Dios no tiene nada que ver con el bombardeo de la Otan&cia en Libia, ni con terremotos, ni con los recién nacidos y niños de todas las edades muriendo por causas que podrían ser contenidas, eso es el Diablo. Jugar a quién mata primero, bajo estas premisas, es: si te mato gané, y si me matás dí la vida. Está claro, yo ya me he autodefinido un ser celestial al que la mácula no puede alcanzar. Lo mío sólo puede ser bueno y lo otro no.

3. Que dar la vida sólo sea posible cuando alguien efectivamente haya muerto para siempre me parece ridículo. Para mí darla es ponerla a disposición. Puede o no ser tomada. Un regalo puede no ser aceptado. Una donación puede quedarse en la intención. El que se para frente a un tanque de guerra sin agredirlo, si no es aplastado o fusilado, ¿no dio acaso la vida? ¿no resignó su libertad, su poder-ser, al arbitrio de otro? ¿Por qué dar tiene que ser necesariamenteeliminación total? Morir no es requisito para dar. ¿Nunca nadie acabó compartiendo algo que anteriormente dio, puesto que en el momento del regalo los afectos se dispararon y el interés egoísta, disuelto en una de las partes, misteriosamente lo disolvió en la otra?

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